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lunes, octubre 08, 2007

La habitación de los espejos

Desde hace casi un mes cada mañana la misma rutina: suena el despertador, lo apago, dejo que suene un par de veces mientras doy unas vueltas en la cama hasta que es imposible retomar el sueño, entonces me levanto, me pongo una camiseta de esas que solo se usan para estar en casa y bajo las escaleras buscando café, me sirvo una taza y salgo al jardín.

En silencio con mi café y la humedad de las mañanas saludo a mis gatos. En menos de una hora despues, cuando la humedad se disipa y vuelve el calor, me voy al gimnasio.
¿Por qué?

sinceramente no lo sé. Siempre dije que era absurdo ir a un gimnasio, que esos lugares son una apología a lo superficial, a lo material... y no me equivocaba.
Es extraño, las paredes de espejos, enormes, por todas partes multiplican tu imagen como para recordarte por qué estás alli. Los más veteranos clavan sus ojos en el reflejo de sus egos, como desafiando sus propias fuerzas, retandose con su propia imagen, despues cuando terminan el ejercicio, admiran el resultado, como si intentaran seducir a su otro yo, el que se transforma al otro lado del espejo. Las chicas, delgadas y de plastico, tambien se dejan llevar por el extraño magnetismo de los espejos; pero miran de reojo, por si alguien las mira.

...Y en medio de ese simplista baile de máscaras yo.
En los altavoces Maxima FM, la emisora de la tortura.
...Y en medio de ese ruido vacío Yo.

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