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domingo, octubre 23, 2005

Mágicas coincidencias 

LLovía. Perdida entre las palabras de Nietszche esperaba en la estación el tren de las 16:10. La tarde se auguraba tranquila, lejos de la lluvia en una cafetería del centro. El tren llegó con retraso. "Que mas dá. El mundo puede esperar". Subí y busqué un asiento cerca de la ventana. El trayecto no dura mas de quince minutos, pero a veces la espera se hace eterna, por eso siempre llevo un libro. Mirando a la gente subir y bajar del tren, distraida, entre la multitud, mis ojos se posaron en unos ojos que me miraban. Estaba de pie, con una carpeta en la mano. Sus ojos parecían imanes que atraian los mios, curiosos como los gatos. Cuando levantaba la mirada del libro me encontraba con sus ojos, huidizos como los mios pero mas atrevidos. No cruzamos ninguna palabra. Traté de ignorarlo y me sumergí de nuevo en la lectura. Aunque en mi cabeza como eco resonaba la extraña familiaridad de esa mirada.
El tren paró en San Bernardo. Me colgué el bolso al hombro y bajé sin prisas. Habia dejado de llover asi que me senté en un banco al sol, cerca de la estacion, a seguir leyendo un rato más.

- ..Cascabel?... - como si de una descarga electrica se tratase un intenso cosquilleo me recorrió todo el cuerpo. Levanté la mirada del libro.
-..Perdona?...
-Eres tu? Cascabel? ... -era el chico del tren... Sonreí
-Si.. soy yo... Gwendolau?...
-Si!-asintió tranquilo de que aun lo recordaba.
-Perdona.. con el pelo corto no te habia reconocido.. que tal?
Aquella mirada me resultaba familiar.. la misma mirada que habían construido sus palabras en aquellas cartas. Habiamos intercambiado correspondencia durante años y llevaba meses sin saber nada de él.

-Tengo aqui mi ultima carta.. mas vale tarde que nunca no? la quieres? asi no tendrás que esperar a que te llegue a tu buzón...
-Si.. claro!
Abrió la carpeta y me entregó algunos folios escritos con tinta negra y su rublica tan familiar. Cogí la carta con las manos temblorosas aun, y segundos despues cruzamos un par de frases mas a modo de despedida y se fué. Yo me quedé en aquel banco sentada. Cambié las palabras de Nietzche por las de Gwen. Aquel encuentro fugaz me había sorprendido tanto que nopodía creerlo. Habia quedado en mi memoria como un sueño, pero tenia la prueba de su realidad en mis manos.
Aquella curiosa coincidencia me dejó una sonrisa en los labios muy dulce.. hoy sin razon aparente este recuerdo asaltó mi memoria...Tengo su numero y el movil en las manos.. quizas esta semana...

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