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Caminaba despacio, sintiendo la brisa del mar agitando su pelo, revolviendo su flequillo, oliendo a sal y a algas. Lejos de casa, lejos de su tierra de azahar y yervabuena, lejos de los naranjos paseaba tranquila hacia la direccion desde la que se remitian unas misteriosas y calidas letras.

Justo alli, donde sus palabras decian, cara al mar, en la puerta abierta, el racimo de cascabeles vibraba deliciosamente conversando con las gaviotas. Al escuchar su melodia, Ella, se sintió como en casa.
Las manos le temblaban, el estomago parecia un nido de mariposas a punto de echar a volar.
Se asomó timidamente al interior del taller, estaba oscuro, el sol dorado del atardecer iluminaba tenuamente la habitacion. Las palabras iluminaban en su mente lo que sus ojos no podian ver en la oscuridad.

Sentado frente a una mesa de dibujo lo encontró a él.. inclinado sobre la lisa superficie inmerso en un mundo de carbon y luz. Su pelo, negro y largo caia sobre sus hombros y sobre su espalda, ocultando parcialmente su rostro. Los ojos de ella esquivaban los oscuros mechones de su cabello intentando encontrar su mirada.

Desde la puerta, apoyada en el quicio, con aire tranquilo y parsimonioso lo observaba trabajar.

El, percibía su presencia. El calido perfume de coco que la envolvia a ella llegó hasta él. Levantó lentamente la mirada, seguro de que la encontraria alli, sonriendo, tranquila esperando el abrazo de su mirada. Pero cuando sus ojos llegaron hasta la puerta la luz se hizo sonido cuando uno de los cascabeles del racimo cayó al suelo atravesando los miles de rayos dorados que se olaban por el pasillo.

Ella no estaba, se habia esfumado, como una ilusion, como un sueño... como las ideas que a veces se escapan del pensamiento dejandote con la plabra en la boca, y las manos vacias.

Él se levanto de la silla, y caminó curioso hacia la entrada, se inclinó y recogió el cascabel del suelo. Lo agitó timidamente, casi por instinto. Su sonido era diferente.. parecia decir.. "Aleks"...

*Así que lentamente lo llevo a sus labios, lo beso con premura, con ternura, lo llevo ahí, donde se guardan solo los tesoros, donde se cierra el puño y se aprietan los ojos, lo puso justo en la entrada de su corazón, caja roja y palpitante, caja olor a coco, olor a brisa, sabor a labios que desconocía.
El mar azotaba trémulo contra las rocas, era el mismo mar que ella había tocado, y estaban bajo la misma luna, en latitudes y horas diferentes, pero esa misma luna, la había observado ella, una noche atrás.

*Aleks se enredó anoche en mis sueños y terminó él esta historia. Estas palabras son las que me regaló.